Símbolo de la montaña asturiana, la vaca
casina ya en pleno invierno se encuentra con el pelo precioso. Ésta y sus hermanas descansan en un entorno que ni en sus mejores sueños podrían haberse imaginado: con el Picu Pienzu al fondo (un poco de nieve, casi imperceptible) y al pie de la playa Espasa.
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