Insecto mascota
Hace un montón de años, en nuestra infancia, los grillos eran la mascota por excelencia para los críos. Se guardaban en cajas de cartón, los más pudientes en pequeñas jaulas y cantaban durante días y días hasta que un miembro de la familia, harto o apenado por la situación del animal, lo soltaba en el prado más próximo. Pero hoy no traemos aquí al grillo, sino a la segunda opción como mascota: la Bacaloria, aclarando que en el entorno de La Villa se le llama así a este insecto: Melolontha melolontha y no al Ciervo volante (Sacagüeyos). La prisión era del mismo estilo y la alimentación, a base de hojas de álamo.
Los huevos son puestos bajo tierra y de ellos saldrán unas larvas (gusanos blancos) que se pasarán tres años comiendo raíces y perjudicando a algunos cultivos. Los adultos ya comen hojas de árboles y viven poco tiempo.
2 comentarios:
Mi abuelo, carbayón nacido y criado en el Fontán, me contaba cómo allá por los locos años 20, cuando tocaba preparar los exámenes finales del bachillerato, ataban a la lámpara sanjuaneros (creo que se refería más bien al Amphimallon, pero no creo que hilarán tan fino) para que les amenizasen el estudio forzoso girando alrededor de la luz. Y me ha venido también a la memoria, pensando de mascotas con élitros, aquel famoso hombre de las cetonias que conoció Gerald Durrell en Corfú. Como ves, te sigo siendo fiel, aunque sea en silencio y con vistas que se espacian a veces (pero poniéndome al día cada vez).
Gracias Luis, es un placer contar con tu presencia por aquí.
Salud.
Publicar un comentario